viernes, 10 de junio de 2022

Recursos sacados de varias paginas para buena redacción literaria o cuento pte 2.

10 errores de redacción que te delatan como escritor novato


¿Escribes y quieres mejorar tus textos? Para mejorar es imprescindible querer hacerlo, de lo contrario se corre el riesgo de creer que lo haces bien y no trabajar para mejorar tu técnica. Y es que escribir es una técnica, siempre lo digo, o un conjunto de ellas. Aunque dominarlas no te convertirá en un buen escritor, nunca lo serás si cometes estos 10 errores de redacción que te delatan como escritor novato.


1. Cómo escribes las frases

Sí, el escritor narra historias (novelas, relatos, guiones) pero las cuenta con palabras que agrupa en frases. Puede parecer que el primer error que comete el escritor novato es la elección de sus palabras, pero vamos a dejarlo para más adelante puesto que este error no es exclusivo del escritor novel y creo que antes de elegir las palabras ya deberías tener clara la estructura de la frase que vas a escribir.


Tener la estructura clara antes de escribir no es tan complicado como pueda parecer, no se trata de pensar en abstracto sino de tener claro qué es lo que quieres decir y de saberlo distribuir en frases. Cada frase es una idea. Cuando terminas una idea y empiezas con otra debes empezar otra frase.


Yo dividiría el problema de los errores de redacción de las frases en tres grandes bloques:


El problema de las frases demasiado largas

¿Frases interminables, de más de dos lineas? Olvídate de ellas. Te diría que te olvides de las más largas de una linea, pero a veces hacen falta.


El problema de estas frases es que contienen varias ideas mezcladas o demasiada información acerca de una sola idea.


Son frases que, además, suelen estar mal puntuadas y que son complicadas de entender. Lo peor es que, muchas veces, aún y usar frases tan largas, no dicen nada.


Cuando el escritor ya tiene un poco de dominio (leyendo lo puedes adquirir) suele notarse en el buen uso de las frases subordinadas.


Las frases subordinadas

Cualquiera de ellas. Demasiadas, aunque estén bien usadas, ya es cansino y peligroso. Hay que saber alternar entre frases simples, largas o cortas, y frases complejas llenas de subordinadas o lo que sea.


Pero el problema es que muchas veces el escritor no se da cuenta de que está añadiendo información sobre una idea principal y va añadiendo frases subordinadas, que complican la lectura y que alejan al lector de la idea principal.


Un ejemplo de cómo liarla con una frase larga

Lo peor es que muchas veces este tipo de frases no están concluidas, se lían con las subordinadas, las relativas (todo lo que van añadiendo a la idea principal) y al final no dicen lo que quieren decir. En serio, me encuentro muy a menudo que la idea con la que abren la frase no se cierra.


Por ejemplo:


Mi madre, que ayer cumplió 80 años y se puso como loca con su fiesta sorpresa y lloró de emoción al ver que habían venido sus nietos desde Argentina.


¿Lo has notado? Explica mucho de su madre pero en realidad no dice lo que quería decir en la frase, o está mal construida.


Posibles soluciones:


Añadir una coma para no separar el sujeto del verbo y conseguir una frase completa:

Mi madre, que ayer cumplió 80 años, se puso como loca con su fiesta sorpresa y lloró de emoción al ver que habían venido sus nietos desde Argentina.


¿Ves la diferencia? Ahora la frase es “mi madre se puso como una loca…” lo otro es información que damos extra. En la frase anterior la información extra es todo lo que viene detrás de “mi madre” porque hay una coma separándolo y después no hay verbo, con lo que o no cuenta lo que quería contar, se le ha olvidado lo que quería decir o bien ha separado el sujeto del verbo.


Separar el sujeto del verbo es uno de los peligros de las frases demasiado largas o subordinadas. Este es un error típico de alguien que no maneja del todo la redacción.


Algunas soluciones para este error de redacción

Quitar la primera coma y convertirlo en una sola frase, sin relativos.

Mi madre ayer cumplió 80 años; se puso como loca con su fiesta sorpresa y lloró de emoción al ver que habían venido sus nietos desde Argentina.


Aquí la información importante es que cumplió 80 años, el resto son detalles sobre este evento.


Terminar la frase si es lo que querías:

Mi madre, que ayer cumplió 80 años y se puso como loca con su fiesta sorpresa y lloró de emoción al ver que habían venido sus nietos desde Argentina, ha decidido dar la vuelta al mundo.


¿Lo ves? Todo lo que está entre “mi madre” y “ha decidido dar la vuelta al mundo” es información extra para contextualizar lo que quieres explicar.


El problema de redactar mal es que cuando un buen lector se encuentra una frase como esta en un texto no sabrá cómo interpretarla o le pondrá la solución que le convenga (probablemente hay muchas otras formas de arreglar esta frase). Pero, ¿entenderá lo que quería decir el autor?


Por otra parte, ¿No crees que esto quedaría mucho mejor si añadiéramos varios puntos a esta frase?


Mi madre ayer cumplió 80 años. Se puso como una loca con su fiesta sorpresa y lloró de emoción al ver que habían venido sus nietos desde Argentina. Ha decidido dar la vuelta al mundo.


Frases demasiado cortas

O demasiadas frases cortas.


Y es que cuando el escritor es consciente de que escribe frases demasiado largas o alguien (como yo suelo hacer) le recomienda escribir frases cortas, los hay que se pasan y eliminan todo tipo de información y escribe textos llenos de frases de cuatro palabras. Ni tanto, ni tan poco.


Con frases largas y cortas podrás jugar con el ritmo, pero eso es algo que vendrá cuando sepas escribir frases que se entiendan y bien coordinadas.


2. Los clichés

Hay textos que no están mal escritos de una forma evidente, pero que no te dicen nada. Y no porque la historia no sea interesante, sino porque no te hacen sentir nada nuevo.


Una razón importante para que esto pase es que el escritor se haya perdido en los lugares comunes. Está usando clichés “desde que se levanta hasta que se acuesta”. Sus textos están llenos “de arriba a abajo” de frases que se han usado “mil veces” y que no son incorrectas pero que no sorprenden, que “no son frescas”, que no son de “su propia cosecha”.


No es que escribir clichés sea un error de redacción por sí mismo, la redacción puede ser muy correcta, pero dará lugar a un texto de baja calidad.


3. Problemas con el vocabulario

No solo por las palabras que elegimos, o que no elegimos, sino por las veces que las usamos.


Repetición de palabras

Un error habitual, de los primeros que se soluciona, es repetir varias veces la misma palabra en una página. A veces incluso en el mismo párrafo. El escritor novato no se da cuenta de lo mal que suena cuando se lee.

Los adverbios acabados en –mente



Molesta, suena mal cuando hay demasiados y además parece que son una excusa para no escribir.


Si alguien hace algo “eficazmente” parece que te estás ahorrando explicar qué hace exactamente y cómo lo hace para que la conclusión (en la mente del lector) sea eficazmente. Cuidado, no me lo cambies por “de modo eficaz”. Cámbiamelo por información útil, sin pasarte de detalles. Usa las palabras justas para que el lector vea la acción del personaje y llegue a la conclusión de que es eficaz. (Lo veremos un poco más adelante en mostrar y no contar).


Habitualmente (;D), también usamos este tipo de adverbios como muletillas en nuestras frases. Se pueden substituir perfectamente (:D) por otras palabras, o incluso eliminarlos alegremente (:D).


Extrema riqueza léxica

Hay quien cree que cuanto más complicado escribe, mejor escritor es. La impresión que produce suele ser justo la contraria. Y lo hacen con frases largas y muy complejas, tiempos verbales que suenan a arcaico y palabras que suenan a cultismos.


Este, sin embargo, es un punto que no se suele mejorar con la práctica. Los pedantes no suelen mejorar con el tiempo, al contrario.


Pero es cierto, que muchos escritores no pedantes, se enfrentan a la escritura con las metas muy altas. Puede que sus referentes sean autores antiguos, o algunos grandes autores pedantes, que también los hay. El hecho es que en lugar de buscar la simplicidad luchan por encontrar la palabra más precisa, por compleja que resulte. Los textos suenan falseados, porque nadie habla así en realidad. Y si habla así, no querrás leerle. Por lo menos yo.


Esto no quiere decir que no puedas usar palabras raras, específicas, complicadas, lo que sea. O incluso que uno de tus personajes hable así. Pero tienes que saber elegir bien dónde colocarlas y la simplicidad debe ser tu objetivo, y más si eres un escritor que empieza. Primero dominemos lo sencillo (como escribir bien las frases) y cuando esto esté controlado ya meteremos palabros raros si nos hacen falta (que casi seguro que no).


Y con esto no estoy abogando por la pobreza léxica. Solo por la simplicidad. Si la frase es larga, palabras sencillas. Si tienes que meter un palabro, no lo metas en una frase de arquitectura imposible. Sentido común, vamos.


Pobreza léxica


Este no es un problema de autores noveles, sino de autores que han leído poco. No todo el mundo tiene el mismo nivel educativo ni ha tenido las mismas oportunidades mientras crecía. Pero querer ser escritor implica haber leído mucho. La pobreza de vocabulario se soluciona leyendo mucho antes de ponerte a escribir.

¡Cuidado! Que en el punto anterior te recomendara no usar palabras “cultas” no quiere decir que tus textos tengan que ser pobres en cuanto al léxico, solo que si puedes decir padre, no digas progenitor, haz que lo diga un científico, por ejemplo, no el narrador o un personaje cualquiera.


4. Problemas con los verbos

Cambios de tiempo verbal

Lo veo a menudo en los relatos que corrijo para el taller de redacción: cambio de tiempo verbal sin que esté justificado.


Esto es fácil: si la historia la narras en pasado, escríbela toda en pasado. A no ser que llegues al presente y entonces te pongas a narrar en presente. Pero si hablas del año pasado y lo haces en pasado, sigue haciéndolo así durante todo el relato.


Mala concordancia entre sujeto y verbo

Otro clásico entre los errores de redacción es no saber coordinar el sujeto con el verbo. Usamos verbos en plural para sujetos singulares y al revés. El resultado son frases que cuestan de entender o que duelen a ojos del buen lector.


5. Problemas con el narrador

Un problema frecuente es despistarte con el narrador. Saltar de la primera a la tercera persona sin darte cuenta, o al revés, claro.


Además, algo difícil de entender para los escritores noveles, y que también denota falta de práctica es el uso del punto de vista. A menudo me encuentro con un solo narrador pero varios puntos de vista, que cambian de uno a otro en medio de la escena.


Es normal, la mayoría de escritores noveles, que apenas domina los distintos tipos de narrador, no tiene ni idea de lo que es el punto de vista.


Prometo escribir sobre esto, pero para empezar a evitar errores céntrate siempre en un narrador. Elige a un personaje por escena e imagina que el narrador está enganchado a él, solo podrá contarnos lo que ve y/o siente ese personaje.


Otro problema habitual con el narrador es confundirlo con el escritor, y no tienen que compartir puntos de vista ni el modo de hablar. El narrador, aunque transmite el estilo del autor, debe tener voz propia.


6. No diferencian entre mostrar y contar

He hablado un poco de esto en el apartado de los adverbios; con los adjetivos podemos hacer lo mismo y jugar a substituirlos por las acciones que representan.


Un mal de muchos escritores noveles es contarlo todo, sin dejar nada de imaginación al lector. Al lector le gusta llegar a sus propias conclusiones sin que le digan lo que tiene que pensar, si un personaje llora, por ejemplo, ya sabe que se siente triste. Si llora apretando los puños quizás esté furioso y llore de rabia. Se trata de saber transmitir con las acciones lo que son o sienten los personajes.


Querer mostrar y hacerlo mal

Cuidado porque a veces nos encontramos con el efecto contrario: un escritor obsesionado por poner en imágenes todo lo que ocurre en la narración y nos podemos encontrar con un personaje que en lugar de vestirse:


Mete un pie por el pantalón, tira hacia arriba un poco y mete el otro pie. Con los dos pies dentro, agarra la cinturilla del pantalón y se lo sube justo hasta la cadera. Toma la camiseta que tiene sobre la cama, es la azul, su favorita. Mete la cabeza y la saca por el agujero a la vez que estira los dos brazos y los consigue pasar por las mangas.


Hacer algo así tendría sentido si describes como se viste un ciego, o un parapléjico, o quizás un borracho para añadirle humor, o patetismo, a la escena.


El caso es que debes entrar en detalles cuando son necesarios y aportas algo a la historia.


Cómo se viste un ciego es importante puesto que caracteriza al personaje y ayuda al lector a entender cómo es su día a día, cuánto tiempo puede tardar en hacer sus acciones comparado con una persona que ve.


Lo harás una vez y después ya no hará falta. O lo harás distribuido en dos veces: una vez contarás cómo selecciona la ropa y sabe qué se pone y en otra ocasión contarás cómo se viste.


Mostrarás lo que hace el personaje cuando lo que hace es importante. Todos sabemos cómo se come, se mastica, se va al baño, se viste, se llora, se…. Si no caracterizan a tu personaje o son clave para el argumento ahórrate mostrarnos eso.


7. Hacer malas descripciones

Un error habitual al empezar a escribir es no saber dónde parar. Acabamos de ver un modo de seleccionar y no contarlo todo; pero aún y así muchos escritores nos sirven descripciones eternas que se nos aburren. ¿Y qué hacemos los lectores cuando nos aburrimos? Buscamos algo mejor que leer.


Imagina una novela de descripciones eterna, llena de frases mal redactadas y adornadas con palabrejas que hacen sentir al autor muy culto. Yo no paso de la primera página.

La velocidad con que se mira

Ya hemos visto la importancia de mostrar y no contar, las malas descripciones pueden venir por querer mostrarlo (o contarlo) todo.


Y no siempre hace falta, el ritmo al que describes un paisaje tiene que ser proporcional al rato que te estás mirándolo. Si echas un vistazo rápido solo tendrás dos o tres detalles que destacar, mientras que si lo miras a fondo tendrás mucho más que describir.


Además, no solo importa el número de cosas a las que prestas atención y que vas a describir, sino la forma en la que las describes. Puedes hablar de:


Un campo lleno de trigo dorado que ondea al viento


O puedes hablar de:


Un campo cuya extensión no se abarca con la mirada, un campo que parece infinito y dorado, que se mueve con el viento que hace bailar cada una de las espigas de trigo, a punto de ser recolectado, al mismo son.


Es solo para que veas que puedes explicar (casi) lo mismo en tres lineas o 10 palabras.


El ritmo en las descripciones

Cuando decides entrar a narrar en detalle algo es porque te interesa tener un ritmo más lento y dar un descanso al lector o hacer que sienta esa lentitud del tiempo que no pasa o que se agobie con una descripción muy detallada de un lugar en el que no querrías encerrarte.


Lo que cuentas en las descripciones, ya sean de acciones, personaje o ambientes, debe estar bien medido para que el ritmo que consigues con esa descripción sea el que necesita la escena.


8. Los malos diálogos:

En general, cuando lees una novela de aquellas que salta a la vista que es la primera del autor, los diálogos no suelen quedar a salvo.


Los errores son muchos, desde puntuarlos mal, hacer mal las acotaciones, que todos los personajes hablen igual…


Uno de los errores más habituales es cuando el autor busca transmitir realismo en sus diálogos.


Siempre tienes que trabajar desde la verosimilitud no desde el realismo. Esto no solo se aprecia en los diálogos, pero hoy quería centrarme únicamente en la forma de “redactar”, del realismo en los argumentos hablaré otro día.


Verosimilitud vs realismo

El realismo en los diálogos no solo los estropea sino que los hace ilegibles. Por favor, no escuches un diálogo e intentes transcribirlo literalmente, con todas sus pausas, sus eeehhh, mmmmm, interrupciones, cambios de tema y demás.


Los diálogos tienen que ser verosímiles, porque debe parecer que son reales, que podrían darse tal cual, pero en realidad deben estar editados: bien medidos y pensados.



9. No saber jugar con la información

En el punto 7 ya he hablado un poco de la información que le das al lector. Pero, más allá de las descripciones, hay información que es básica que el lector tenga en algún momento de la lectura. Lo que no significa que la tenga desde buen principio, ni tampoco que la reciba toda a la vez.


La tensión y la intriga se consiguen jugando con la información, entregándosela al lector de forma inteligente y en pequeñas dosis.


A menudo los escritores noveles quieren jugar con el factor sorpresa y lo consiguen porque resuelven tramas con información que no estaba previamente en la novela. Imagina que lees una novela de misterio en la que el asesino resulta ser un personaje del que no se ha hablado en todo el libro. Pues claro que sorprendes al lector ¡pero haciéndole trampa!


Este ejemplo es muy extremo, pero es habitual que a mitad de la novela descubramos que el personaje tiene una característica que no conocíamos y que el autor necesita para que pueda avanzar en la trama. Debería haber incorporado la información al principio para que, cuando la necesite el personaje, al lector ya no se le haga raro que tenga esa habilidad.


Entregar la información y distribuirla de forma hábil es algo que se puede hacer sin mucha complicación si planificas bien antes de escribir. De lo contrario te tocará reescribir para poder incorporar la información que se te ocurre (o descubres) más avanzada la escritura.


10. No tener en cuenta la ley de causa efecto

Después de una acción hay una reacción. Cuando a un personaje le ocurre algo, siempre es debido a algo concreto no “por casualidad” o “por suerte”. Las acciones de los personajes tienen consecuencias.


Parece súper evidente, ¿verdad? Pues la de libros que he leído en los que los personajes van haciendo cosas, no siempre relacionadas entre sí y padeciendo las casualidades de la vida.


Si escribes relatos, o si escribes la sinopsis de tu novela, asegúrate que después de cada párrafo (o cada escena) el lector se pregunte “¿y ahora qué?” y de resolverlo después.


La causa efecto puede dilatarse en el tiempo para algunas acciones pero la mayoría tienen resoluciones más bien inmediatas.


Guiones en los diálogos de una novela: claves de estilo


Diálogos de una novela, una clave de su éxito


¿Los guiones en los diálogos se te resisten? Aquí tienes algunos consejos para su correcto uso

Una de las dudas o errores más frecuentes que se dan a la hora de escribir una novela o publicar un libro, vienen del uso incorrecto de los guiones de diálogos. Existen tres tipos principales de guiones: el corto (también llamado de separación o división), el medio y el largo. Habitualmente se usa el primero para dividir palabras, el segundo para separar una frase aclaratoria o un inciso (de modo equivalente a hacerlo entre paréntesis, por ejemplo, como esta frase), y el tercero para encuadrar frases de diálogos de personajes. Estos últimos suelen ser los más problemáticos a la hora de utilizarlos correctamente, de modo que vamos a ofrecer una serie de sencillas reglas para su correcta utilización.


Los guiones largos siempre se escriben inmediatamente antes de una frase, sin espacio entre el guión y la primera palabra. Son la “marca” que indica que la frase es lo que dice el personaje textualmente. Si se escribe solamente dicha frase, no es necesario cerrarla con otro guión, basta con el punto final:


—Hola, Luis.


En la mayoría de los casos, es preferible acompañar la frase de un verbo que explique la acción de la frase, ya que aumenta la sensación descriptiva del texto y ayuda al lector a “”visualizar”” el diálogo del personaje.


En caso de ser una sola frase, dicho verbo se escribe a continuación de la frase sin ninguna separación, no se escribe ningún signo delante de la segunda raya:


—Hola, Luis —dijo Juan.


Si el personaje dice varias frases y se desea describir la acción, la mejor forma de hacerlo es separando las frases con dicha acción. En ese caso, sí se cierra la segunda raya, y la coma de separación se escribe como si la descripción no existiese, es decir, como se escribiría entre las dos frases si estas se escribiesen seguidas:


—Hola, Luis —dijo Juan—, me alegro de verte.


Se utiliza esta construcción cuando se usan los verbos “decir”, “comentar”, “gritar”, “preguntar” o con cualquier verbo que indique o implique la acción de hablar. Esta frase descriptiva complementaria al diálogo puede extenderse todo lo necesario para expresar las acciones del personaje mientras habla, cómo se mueve, lo que piensa…, o incluso la reacción de otros a sus palabras, aunque no conviene extenderla demasiado para no dificultar la lectura de la frase completa. En esos casos, es mejor separar las diferentes frases con un punto y seguido. Básicamente, la regla es escribir las diferentes frases separadas por la misma puntuación que se utilizaría si no existiese la descripción de la acción, que aparece entre los guiones. Dos ejemplos:


—Hola, Luis —dijo Juan levantando una ceja—, me alegro de verte.


—Hola, Luis —dijo Juan con una sonrisa, girándose para encarar al recién llegado mientras disimuladamente escondía la nota en el bolsillo trasero de su pantalón—. Me alegro de verte.


Sin embargo, si a continuación de la frase de diálogo el verbo hace referencia a una acción distinta o posterior, la frase se finaliza con punto y la acción se comienza con mayúscula tras el guión, como corresponde a una frase nueva e independiente. En estos casos, lo ideal resulta dejar la frase suelta en una línea y continuar la narración en un nuevo párrafo, salvo casos muy concretos en los que se suceden acciones y frases rápidas y puede resultar estéticamente poco atractivo encadenar una serie de párrafos de una sola línea y pocas palabras cada uno.


—No me sermonees, no lo soporto —respondió girándose y dándole la espalda.


—No me sermonees, no lo soporto. —Se giró y le dio la espalda.


—No me sermonees, no lo soporto.

Se giró y le dio la espalda.


Cuando se transcribe un diálogo entre dos personajes (o más), se sobreentiende que cada nueva frase corresponde a uno distinto. Por tanto, todas las frases que diga cada personaje deben ir seguidas. Nunca se debe separar cada frase de un mismo personaje en una línea independiente con su propio guión, pues lleva a confusión y hace imposible al lector seguir correctamente la conversación:

Incorrecto:


—Hola, Luis —dijo Juan.

—Me alegro de verte.

—Y yo a ti.

—Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.


Correcto:


—Hola, Luis —dijo Juan—, me alegro de verte (habla Juan)

—Y yo a ti. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos (habla Luis)


En el caso de que un personaje pronuncie un discurso excesivamente largo y el autor quiera separarlo en diferentes párrafos, se recurrirá al símbolo de cierre de comillas tipográficas ( » ) para indicar que el nuevo párrafo es pronunciado por el mismo personaje que el anterior, dado que un nuevo guión largo indicaría que cambia el personaje que habla.


En caso de intercambios largos de frases entre personajes, resulta conveniente acompañar de vez en cuando las frases de los diferentes personajes con verbos descriptivos, ya que ayuda a ubicar al lector y a recordarle quién está diciendo qué:


—Hola, Luis —dijo Juan.

—Hoja, viejo amigo —respondió el recién llegado.

—Veo que la vida te ha tratado bien, estás igual de joven que siempre.

—Me halagas.

—Me disponía a comer, ¿quieres acompañarme? —preguntó Juan alzando las cejas—. La cocinera siempre prepara comida de sobra para un regimiento.

—No, gracias —declinó Luis—. Me esperan en el centro para una reunión.

—Como prefieras. Quizá mañana…

—Sí, mejor mañana —confirmó Luis con una sonrisa. Acto seguido, se despidió alzando la mano y salió del despacho de Juan cerrando la puerta tras de sí.


En caso de que la frase sea una interrogación o una exclamación, los signos se deben cerrar antes de la raya, no después, al igual que los puntos suspensivos. Solo en el caso de los dos puntos, estos se sitúan después de la raya al igual que el punto o la coma:


—¿Has venido solo? —preguntó.


—¡Corred! —gritó.


—No estoy seguro. Quizá… —susurró.


—¡Atención todos! —gritó, añadiendo a continuación—: ¡Esto es un atraco!


Para finalizar, un ejemplo de un párrafo que incluye diferentes frases de un personaje, separadas por breves indicaciones narrativas de sus acciones. Se debe notar que la frase empieza con un guión largo, y a continuación los diferentes guiones se colocan siempre encerrando la narrativa de las frases, salvo la frase final que se cierra siempre con un punto y aparte:


—Me disponía a comer, ¿quieres acompañarme? —preguntó Juan alzando las cejas—. La cocinera siempre prepara comida de sobra para un regimiento. Seguro que hay más comida de la que yo puedo comer, y me encantará ponerme al día de cómo te ha ido la vida en estos años —comentó con una sonrisa, a la vez que señalaba con un gesto la silla situada enfrente de la mesa—. A juzgar por tu bronceado, yo diría que debe haber sido… interesante. ¿Me equivoco? —añadió con una sonrisa pícara.


Esto cubre básicamente la mayoría de casos y situaciones que se pueden dar a la hora de escribir diálogos de una novela. A continuación, unos pocos consejos sobre estilo.


Se admite comenzar una frase con texto descriptivo e insertar dentro del mismo párrafo un diálogo, pero no es lo ideal ya que resulta confuso para el lector. Siempre resulta mucho más claro comenzar los diálogos en un párrafo nuevo:


El sargento se dirigió al estrado y, tras unos ligeros carraspeos, levantó la vista y comenzó su discurso con voz clara y segura.

—¡Soldados! Me dirijo a vosotros para felicitaros por vuestra graduación.


Del mismo modo, cuando en medio de una narración se desea evocar una frase textual dicha por algún personaje, lo ideal es escribirla entre comillas, no usando un guión largo de diálogo, ya que no es una frase que se pronuncie en ese momento por parte de alguno de los personajes. Este mismo recurso se suele utilizar cuando se narran los pensamientos de algún personaje, que este no pronuncia en voz alta. Otra alternativa es escribir la cita en cursiva, aunque no resulta tan clara para el lector como el entrecomillado.


Luis solía recordar la frase que su padre siempre les repetía a él y a sus hermanos: “En temas de dinero no confiéis en nadie, nadie da duros a cuatro pesetas”. ¡Qué gran verdad!


Juan recorría cabizbajo la calle, intentando esquivar los charcos de agua helada. “¡Qué frío hace!”, pensaba, “se le congelan a uno hasta las ideas”.


Es importante recordar que los guiones largos que indican o separan diálogos siempre deben ir junto a la palabra, sin espacio de separación, por lo que no deben separarse de la palabra o del signo de puntuación que les sigue al final de una línea:


—Me han dicho que tienes novio —le dijo a la joven—, ya te estás convirtiendo en toda una mujer.


—No puedo creer que haya vencido, ¡lo tenía todo en contra! —exclamó sorprendido—. Es asombroso.


Dependiendo del programa que se utilice para escribir o componer el texto, existen diferentes opciones para evitar que un guión largo sea tratado como uno de separación. En el caso del más comúnmente utilizado, el MS Word, la opción correcta es utilizar el símbolo “barra horizontal” (horizontal bar) para el guión largo, que se encuentra en el apartado “insertar”, dentro de los “símbolos”, ya que los otros guiones largos son tratados como guiones normales y se comportan como guiones de separación al final de una línea, incluso cuando se desactiva la separación por sílabas.

martes, 7 de junio de 2022

Recursos sacados de varias paginas para buena redacción literaria o cuento

 EL LENGUAJE CORPORAL EN LA NOVELA


No queremos que nuestros personajes sean rígidos robots, queremos seres de carne y hueso capaz de traspasar las páginas del libro y sentarse a nuestro lado en el sofá. Para que seamos capaces de trasmitir esto tenemos que estudiar y conocer lo que es el lenguaje corporal.

¿Quién no conoce personajes que pese a no ser especialmente antipáticas generan recelo?. Seguro que no sabes decir qué es concretamente, pero desprenden un aura que hace que no te apetezca confiar en ella y mucho menos confesarle tus emociones reales. ¿Por qué ocurre esto? Por una contradicción entre su comunicación verbal y corporal.


¿Qué es el lenguaje corporal?:

El lenguaje corporal es una forma de comunicación que utiliza los gestos, posturas y movimientos del cuerpo y del rostro para transmitir información sobre los pensamientos y emociones del emisor. Es parte de lo que se denomina comunicación no verbal y suele realizarse a nivel inconsciente. Es cierto que nunca se debe llegar a conclusiones definitivas basándonos exclusivamente en el lenguaje corporal, porque hay factores externos que pueden influir en él (cansancio, temperatura, etc)


Claves del lenguaje corporal:


Significado de los gestos de la cara:


Siempre se ha dicho que la cara es el reflejo del alma, lo cual dicho de otra manera querría decir que es la lupa de las emociones.

De hecho cuando alguien intenta ocultar algo lo primero que intenta es que no se refleje en su cara. De niños es fácil, cuando algo no nos gusta basta con taparse los ojos en un intento poco eficaz de que desaparezca de su realidad.

Este comportamiento en los adultos tiene una magnitud menor pero nuestro rostro permite aún detectara intentos inconscientes de bloquear lo que oímos, vemos o decimos.

En general podríamos concluir que cuando nos llevamos las manos a la cara suele ser resultado de algún pensamiento negativo como inseguridad o desconfianza. Vayamos a los ejemplos:


·         Frotarse un ojo: intento de bloquear lo que se ve para intentar ocultar la mentira que se está contando. ¡Cuidado que también puede tener una versión simple que es transmitir cansancio!


·         Llevarse un dedo a la boca: señal de inseguridad o necesidad de tranquilizarse.


·         Tocarse la oreja: es la representación inconsciente de un deseo de bloquear lo que se oye.


·         Rascarse el cuello: señal de incertidumbre sobre lo que uno mismo está contando.


·         Tocarse la nariz: cuando mientes se liberan catecolaminas, sustancias que inflaman el tejido interno de la nariz y en ocasiones provocan picor. Así que esta podría ser una buena señal de que alguien está mintiendo.


·         Tocarse la boca (o tapársela):

·         Si se realiza mientras se escucha puede ser señal de que esa persona cree que le está ocultando algo.




·         Si se hace mientras se habla puede significar un intento de ocultar algo.

Debemos estar muy atentos, además, al resto del lenguaje del cuerpo, que va a significar, en ocasiones, mucho más que el propio lenguaje escrito en el que se expresa la novela. Así, tendremos:


·         Inquietud: movimientos constantes del personaje.


·         Miedo: parálisis de la acción.


·         Alegría: aspavientos, movimientos estereotipados, saltos.


·         Tristeza, abatimiento: postración, quietud, paseos lentos, miraba baja.


·         Ansiedad: movimientos compulsivos, abrazarse sobre sí mismos.


Son solo algunos ejemplos para que puedas tomar consciencia de la importancia de plasmar el lenguaje corporal en el seno de la novela, fundamental para meter al lector en la acción al tenerla presente de una forma más visual.


Lenguaje corporal para escritores


1- Gestos


Muchos gestos son comunes en la mayoría de los países, aunque otros pueden significar cosas distintas dependiendo de donde estemos. Los gestos básicos son los más universalizados: mover la cabeza para afirmar o negar algo, fruncir el ceño en señal de enfado, encogerse de hombros que indica que no entendemos o comprendemos algo, etc. Otras veces, hay gestos que vienen heredados del reino animal, como puede ser enseñar los dientes en señal de enfado o agresividad.

Es importante recordar que los gestos se pueden fingir, pero no todo el cuerpo actúa de la misma manera. Los gestos con las cejas, la risa, la pupila de los ojos y otros pequeños detalles seguramente nos delaten. A continuación una pequeña lista de gestos comunes y lo que significan:


-Acariciarse la mandíbula:


Toma de decisiones


-Entrelazar los dedos:


Autoridad


-Dar un tirón al oído:


Inseguridad


-Mirar hacia abajo:


No creer en lo que se escucha


-Frotarse las manos:


Impaciencia


-Apretarse la nariz:


Evaluación negativa


– Frotarse un ojo:

Dudas


– Tocarse ligeramente la nariz:

Mentir, dudar o rechazar algo


2- Expresiones faciales

Las expresiones de la cara son probablemente la variable que más observamos para obtener información de las emociones de nuestros interlocutores. Para cada emoción particular hay una zona concreta que produce mayor información acerca de dicha emoción. Las seis emociones básicas (sorpresa, miedo, cólera, disgusto, felicidad y tristeza) se pueden observar en el rostro de la siguiente manera:


a) Sorpresa:

Cejas levantadas, curvas y elevadas, piel estirada debajo de las cejas, arrugas horizontales en la frente, párpados abiertos: párpado superior levantado, y párpado inferior bajado, el blanco del ojo suele verse por encima del iris, la mandíbula cae abierta, de modo que los labios y los dientes quedan separados, pero no hay tensión ni estiramiento de la boca.


b) Miedo:

Cejas levantadas y contraídas al mismo tiempo, las arrugas de la frente se sitúan en el centro y no extendidas por toda la frente, párpado superior levantado, mostrando la esclerótica, con el párpado inferior en tensión y alzado, boca abierta y labios o bien tensos y ligeramente contraídos hacia atrás, o bien estrechados y contraídos hacia atrás.


c) Disgusto:

Labio superior levantado, labio inferior también levantado, y empujando hacia arriba el labio superior, o bien tirado hacia abajo y ligeramente hacia adelante, nariz arrugada, mejillas levantadas, aparecen líneas debajo del párpado inferior, cejas bajas, empujando hacia abajo al párpado superior.


d) Cólera:

Cejas bajas y contraídas al mismo tiempo, líneas verticales entre las cejas, párpado inferior tenso; puede estar levantado o no, párpado superior tenso, puede estar bajo o no por la acción de las cejas, mirada dura en los ojos, que pueden parecer prominentes, labios en una de estas dos posiciones: continuamente apretados, con las comisuras rectas o bajas, o abiertos, tensos y en forma cuadrangular, como si gritaran, las pupilas pueden estar dilatadas.


e) Felicidad:

Comisuras de los labios hacia atrás y arriba, la boca puede estar abierta o no, con o sin exposición de los dientes, el pliegue naso-labial, baja desde la nariz hasta el borde exterior por fuera de la comisura de los labios, mejillas levantadas, aparecen arrugas debajo del párpado inferior, las arrugas denominadas ‘patas de gallo’ van hacia afuera, desde el ángulo externo del ojo.


f) Tristeza:

Los ángulos interiores de los ojos hacia arriba, la piel de las cejas forma un triángulo, el ángulo interior del párpado superior aparece levantado, las comisuras de los labios se inclinan hacia abajo, o los labios tiemblan.


3- Tono de voz y cadencia:

El tono de voz es una parte tan crucial de la comunicación que a veces puede tener más importancia que las palabras que se usan. La premisa “no es lo que dices, si no como lo dices” puede dar cuenta de ello.

El tono de voz es básicamente definido como la cualidad de la voz de una persona. Dichas cualidades están compuestas por el tono, las características y el volumen de la voz, así como la forma en la cual se envían las palabras y la manera en la que se habla. Las palabras cortantes, de volumen alto y ásperas pueden demostrar enojo. Los tonos suaves y susurrantes pueden expresar placer o felicidad. Un tono más alto al final de una oración indica una pregunta, mientras que un tono nasal y cortante expresa irritación.

El tono de voz y la cadencia ayudan a crear la percepción de una persona. Si el tono es claro, fuerte y exuberante se asocia con la seguridad, si alguien titubea o habla muy bajo puede ser considerado débil, tímido o simplemente miedoso. La falta de entonación, sin importar qué tan inteligente sea el personaje, hará que parezca aburrido.


4- El contacto físico:

El contacto físico que se utiliza en las conversaciones cambia muchísimo en función del contexto en el que tenga lugar, la edad de los interlocutores, y fundamentalmente de la relación que tengan las personas. Utilizar el tacto durante las interacciones sociales cumple dos funciones, por un lado es una manera de dar a conocer actitudes y emociones. A través del tacto informamos que sentimos afecto, amor, cordialidad, solidaridad. Tocar es señal de expresividad y de extraversión. En algunos casos, es además indicativo de diferencia de estatus, cuando el contacto físico es unidireccional. Por el otro, es una señal que regula la interacción social. Es el caso de los saludos, las despedidas, las felicitaciones o los gestos habituales de cortesía como ponerle el abrigo a una mujer.

La utilización del contacto físico como un recurso comunicativo se suele utilizar más en unas situaciones que en otras: Cuando damos consejo, más que cuando lo pedimos, al dar una orden, más que cuando la recibimos, al pedir un favor, frente al hecho de aceptarlo, al intentar persuadir de algo, más que cuando estamos siendo persuadidos, en conversaciones sobre temas emotivos y profundos, en ambientes distendidos, como fiestas, conciertos, etc., cuando tratamos de transmitir estado de excitación, más que cuando estamos del lado de la persona que escucha, cuando recibimos mensajes de preocupación, más que cuando somos nosotros los que transmitimos preocupación, entre otros.


5- Postura

La postura es la posición adoptada por alguien en un cierto momento o respecto de algún asunto. Dado que el cuerpo humano puede adoptar infinidad de posturas, es posible hablar de ciertas posturas corporales deseadas o beneficiosas. Es importante saber que existen diversos tipos de factores que pueden afectar a la postura corporal que tenga una persona. Así, por un lado, están los de tipo interno como pueden ser los fisiológicos y hereditarios, que tienen que ver con el tono muscular o la longitud de las extremidades, o bien los emocionales, que harán que esté más o menos erguida en base a su tristeza o alegría. Por otro lado, hay factores externos que determinan la postura de un individuo. Como puede ser la silla en la que se siente, la cama en la que duerma o incluso el tamaño y el peso la mochila que lleve a su espalda.


6- Proxémica o espacio personal

La proxémica una de las disciplinas que estudian la comunicación no verbal. Examina la manera en que las personas ocupamos el espacio y la distancia que guardamos entre nosotros al comunicarnos verbalmente. Ésta puede variar según nuestro interlocutor sea una audiencia, un conocido, un amigo o una persona especialmente querida que, como cabe suponer, es la más cercana. El grado de comodidad durante la conversación también es determinante.


Las cuatro formas de interacción que plantea esta disciplina son:


a) Público:

Es el que se suele utilizar en los lugares públicos, donde están presente las personas desconocidas. Generalmente es de 3.60m en adelante.


b) Social:

Es el que usamos para interactuar con las personas en nuestra vida cotidiana. Personas con las que interactuamos con frecuencia, pero con la que no se tiene una relación interpersonal. El espacio que se establece es de aproximadamente 1.20m.


c) Personal:

El que se usa en relaciones cercanas, como entre familiares y amigos. Puede ser de 45cm.


d) Intimo:

Es el más cercano y limitado a personas con las que se tengan algún vínculo íntimo, como un novio o un amante ya que el espacio entre ambos es nulo.


 7- Apariencia Física:

La apariencia física es el conjunto de características físicas y estéticas que nos diferencian de otros seres humanos. Es un factor importante en el desarrollo de la personalidad y las relaciones sociales. La imagen es, sin lugar a dudas, el aspecto en el que reflejamos de una forma más precisa nuestra personalidad. Algunas diferencias en la apariencia física de un ser humano son genéticas, mientras que otras son el resultado de una mayor edad o una enfermedad, y muchas son consecuencia del adorno personal. A continuación unos ejemplos de las diferencias que se pueden tener en cuenta a la hora de aplica este punto a los personajes:


a) Diferencias fisiológicas:


Altura, peso corporal, tono de piel, órganos sexuales, lunares, pecas, color y tipo de pelo, color de ojos, forma de la nariz, forma de los oídos, forma del cuerpo, deformaciones, mutilaciones y otras variaciones como amputaciones, cicatrices, quemaduras y heridas. La modificación genital y la mutilación son comunes en algunas culturas.


b) Cambios fisiológicos a largo plazo:

Envejecimiento y pérdida de pelo.


c) Cambios fisiológicos a corto plazo:

Rubor, llanto, desmayo, hipo, excitación sexual, enrojecimiento de la piel debido al flujo de sangre aumentado por el esfuerzo, sudoración, temblores, hemorragia nasal, y color de piel diferente debido a la luz del sol.


d) Ropa y aspecto personal:

Vestidos, sombrero, calzado, ropa moldeante (corsés, panties de apoyo, sujetador); corte de pelo (trenzas, cola de caballo, peluca, horquilla, pelo facial, barba y bigote); cosméticos, maquillaje y pinturas; modificaciones corporales como piercings y tatuajes; objetos decorativos (joyería) como collares, pulseras y anillos; dispositivos médicos que cambian la forma del cuerpo (dientes postizos, vendas, audífonos, collarines, lentes de contacto de colores diferentes, gafas).


e) Otros objetos funcionales temporalmente unidos al cuerpo:

Joyería, gafas de sol, anteojos, reloj, auriculares, electrónica (PDA, teléfono móvil), armas, adornos en el pelo, sombreros y gorros.


 8- Acciones


Las acciones hacen parte del lenguaje corporal ya que le dan sentido al personaje. La forma como responde a ciertos estímulos externos dice mucho de cómo el personaje es realmente y lo define. De la misma forma hay que tener en cuenta que al igual que nosotros, los personajes evolucionan y cambian y la forma como actúan en las diferentes situaciones que los pongas son las que le demuestran al público esta condición. Nunca olvides que todas las acciones que realizamos los seres humanos son profundamente influenciadas por nuestras emociones.


 9- Sensaciones físicas


Las sensaciones son impresiones producidas en las personas por un estímulo exterior o interior y que por lo general involucra los sentidos. Al describir algo nos referimos casi siempre a las percepciones visuales, porque el lenguaje y nuestro vocabulario están más preparados para ello. Sin embargo, cuando se expresan sensaciones auditivas, gustativas, olfativas y táctiles, se le da a la comunicación una riqueza mucho mayor. Al introducir en nuestro lenguaje texturas, roces, sabores o esencias generamos empatía con el público. A continuación una lista de ejemplos de sensaciones físicas:


a) Sensaciones visuales:


Informan sobre la forma, el tamaño, movimiento y color de los objetos.


b) Sensaciones auditivas:


Informa de la frecuencia, tono, ubicación de los objetos. Sus estímulos son los sonidos y ruidos.


c) Sensaciones olfativas:


Informa del olor. Sus estímulos son las sustancias químicas en el aire.


d) Sensaciones gustativas:


Informan del sabor, del valor químico del material (dulce, ácido, amargo).


e) Sensaciones táctiles:


Informa del tamaño y textura de los objetos. Sus estímulos son el contacto y presión de la piel con los objetos.


f) Sensaciones térmicas:


Informan de la temperatura del aire o de los objetos (ardiente caliente, frío, fresco).


g) Sensaciones de dolor:


Informan del dolor, grado de daño o lesión al cuerpo. Sus estímulos son excitantes, intensos, presión, grietas en la piel.


h) Sensaciones kinestésicas:


Informan sobre la ubicación, tensión, resistencia y movimiento del cuerpo y de los miembros.


i) Sensaciones de orientación:


Informa sobre los movimientos de rotación y desplazamiento del cuerpo. Sus estímulos son las posturas corporales.


j) Sensaciones cinestésicas:


Informa sobre el estado vital de los órganos y del organismo como totalidad en relación con estados afectivos vitales. Sus estímulos son la fisiología digestiva, respiratoria, muscular y otros.


k) Sensaciones de equilibrio:


Informan de la dirección del movimiento y el equilibrio corporal. Sus estímulos son los movimientos del cuerpo.


Otras consideraciones:


El lenguaje corporal refuerza la connotación emocional de las palabras, evita las grandes cantidades de dialogo y sirve como alternativa para las etiquetas en los diálogos.

Asegúrate de que estas conectando la cadena de emociones, pensamientos, motivaciones, acciones y reacciones. No aturdas a tu público con una sobredosis de información pero tampoco dejes cosas ambiguas.

Usa diferentes formas de lenguaje corporal. No confíes todo el desarrollo narrativo a solo uno de ellos. En este caso pensar en variedad puede enriquecer tu obra.

Muchas veces todo se reduce a lo que los personajes no hacen o dejan de hacer. Recuerda que existen muchas personalidades que se reprimen actuar de determinada manera en diferentes circunstancias. En estos casos lo que dejan de hacer dice tanto como lo que hacen.

Asegúrate de incluir acciones intencionales así como reacciones inconscientes para darle más profundidad a tus personajes.

Utiliza el lenguaje corporal para crear una marca personal en tus personajes. Una risa que lo hace único, una muletilla, la forma de estornudar o hasta la forma de reaccionar a determinadas situaciones son elementos que le dan personalidad a tus personajes.


NOVELA: LA EXPRESIÓN CORPORAL

Es sabido que la gesticulación es un complemento instintivo de la comunicación oral que nos sirve para enfatizar o hacer más comprensibles nuestras explicaciones. El movimiento de nuestras manos, el semblante de nuestro rostro cuando recibimos una mala noticia o nos hacen reír, la contracción que instintivamente adopta nuestro cuerpo cuando tiene frío... Los psicólogos pueden saber mucho de nosotros a partir de nuestros gestos: cuando nos cruzamos de brazos, cuando nos mordisqueamos el pulgar o cuando nos acariciamos el pelo mientras hablamos. A partir de ellos, podemos saber si nuestro interlocutor es una persona receptiva, nerviosa, que nos esconde algo o, al contrario, alguien que sus gestos denota transparencia.

Si en la comunicación oral resulta imprescindible el apoyo constante de ese lenguaje gestual, cuando novelamos no debemos olvidar hacer uso de él para llenar de vida a nuestros personajes. El lector necesita saber que nuestro personaje sufre, está nervioso o preocupado. Debemos dotarlo de una personalidad a través de sus expresiones corporales de modo que el lector pueda relacionar el diálogo de un personaje con los gestos que lo acompañan.

Para facilitar esta labor podéis usar algunos de estos conectores gesticulares, usados muy a menudo por los escritores.


PREOCUPACIÓN o REFLEXIÓN:


- Fruncir el ceño


- Pasear los dedos por la frente


- Agitar el pie bajo la silla


- Frotarse las manos


AGOBIO


- Desabrocharse el botón de la camisa


- Abanicarse con la mano


- Sequedad en la lengua


- Sudoración


RELAJACIÓN


- Reposar el brazo en el sillón


- Estar recostado


- Con las manos entrelazadas sobre la barriga


ACTUANDO CON OTROS PERSONAJES


- Rodear el brazo por la cintura


- Apoyar los brazos en los hombros


- Palmear la espalda para infundir ánimos o felicitar


ASOMBRO


- Arquear las cejas


- Ojos que se abren producto de la perplejidad


- Boca ligeramente abierta


MIEDO


- Abrazarse a uno mismo


- Palidez  en la cara


- Sudoración fría


AFIRMACIÓN Y NEGACIÓN


- Asintió


- Disintió


- Afirmó con la cabeza


- Negó con la cabeza


EMOCIONES


- Ojos empañados


- Labios prietos y temblorosos


- Soltar un respingo, hipar, cubrirse la cara con las manos


- Dibujar una sonrisa


- Esbozar una sonrisa


Hay muchos más conectores y expresados al antojo del autor.

El narrador tiene la misión de incorporar a los diálogos todos estos efectos gestuales para dar más vida a los personajes. En las acotaciones de los diálogos podemos incorporar algunos de ellos, pero sin caer en el exceso; podemos usar un párrafo corto para ofrecérselos al lector.


Por ejemplo:


—Eso no puede ser cierto —intervino Toni llevándose las manos a la cabeza.


*Con esta acotación y sin necesidad de dar muchos detalles, el lector conocerá que a Toni le preocupa mucho la noticia que acaban de darle.

Si narramos la expresión corporal en un párrafo podemos hacerlo de manera más extensa y así transmitir el sentir del personaje a través de sus gestos.

La imagen de ese cadáver con el cráneo esparcido por las paredes de la habitación le provocó una náusea. Toni sintió como su rostro palidecía y un sudor frío subía por su espalda hasta hacerlo estremecer. El pecho le oprimía y le faltaba el aire. Con un rápido gesto aflojó el nudo de su corbata y se desabrocho un par de botones. Se sentó en el sillón, se abrazó la cabeza y la hundió entre sus piernas.


*De manera descriptiva nutrimos al lector de elementos gestuales que enriquecen al personaje.


NOVELA: EL USO DEL GUION LARGO EN LOS DIÁLOGOS


Uno de los problemas de ser autodidacta es que crees que lo haces bien hasta que un profesional de ti se jacta y a mí me ha ocurrido unas cuantas veces, de modo que nunca está de más que los nuevos talentos empiecen con la lección aprendida. Uno de mis primeros errores fue confundir el guion largo de los diálogos con el guion corto, usado para dividir palabras. No es un error garrafal pero evidencia nuestra poca profesionalidad a la hora de maquetar nuestras obras.

En ese sentido, es recomendable que si enviamos nuestras obras a una editorial o a un agente literario, tengamos en cuenta que su buen uso es imprescindible.


Vamos a ver su uso.


Cuando empezamos un diálogo solemos hacerlo en un párrafo nuevo, con una sangría moderada y el guion. Debemos tener en cuenta, que el texto del diálogo debe ir pegado al texto.

Generalmente los teclados solo tienen el guion corto (-) y no el largo (—). Para poderlo activa podéis usar la combinación de teclas Alt+0151


Con un ejemplo lo veremos mejor:


          - Estuve tres días encerrado en ese maldito zulo, Clara.

          - Estuve tres días encerrado en ese maldito zulo, Clara.


Hasta aquí todo parece sencillo, pero se complica en el momento en que el narrador acota el diálogo. Vamos a verlo por partes y empezaremos por la acotación a final de frase.


          —Siento mucho lo ocurrido —dijo Clara.


No pondremos puntuación final al diálogo, lo haremos después de la anotación. Hay que tener en cuenta que dejaremos un espacio al finalizar el diálogo antes de guionar y acotar y la acotación empieza en mayúscula. Tras la acotación pondremos el punto final.

Vamos a complicarlo más, de modo que veremos un ejemplo de cómo usar los guiones cuando la acotación interrumpe el diálogo.


          —No fue culpa tuya, Clara —contestó Toni—, no estaba en tus manos.


La acotación del narrador lleva el guion pegado delante y detrás. La puntuación del diálogo irá inmediatamente después del guion de cierre, nunca delante. Como hemos visto antes, con la acotación en minúscula. <<<Esta norma la usaremos cuando la acotación la hagamos con un verbo relacionado con “decir”>>> p.e.: dijo, repuso, contestó, indicó, propuso, susurró, gritó…

Pero entonces, ¿cómo debemos acotar un diálogo cuando hacemos una acotación no relacionada con el verbo “decir”?

Observemos este diálogo:


          —Lo sé, yo me metí en este embrollo. —El muchacho acarició su angulado mentón—. Fue culpa mía.


El narrador acota la frase para explicar una acción, de modo que las dos partes del diálogo serán independientes de esa interrupción. Ponemos punto al final de la primera frase del diálogo, acotamos y escribimos en mayúscula la primera letra de la acotación, añadiendo un punto tras el guion de cierre. Luego seguimos el diálogo.

Es recomendable no incluir múltiples acotaciones en una misma frase puesto que pueden confundir al lector. Diálogos cortos y acotaciones las justas.

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